LOS PRIMEROS POEMAS DE AMOR
1
En ellos uno escoge
casi arbitrariamente un objeto
cálido, apetecible, curvilíneo
para fantasear sobre él
(a veces
ni siquiera es preciso el objeto:
impenetrables los caminos de Narciso).
No se habla del otro: se habla
de la propia ansia
del propio miedo
del propio dolor.
Autoindulgente campanero de cristal
echando la vida al vuelo.
Más adelante se aprende, poco a poco
a menudo con crujir de dientes
y gustosas angustias
y estrujones de corazón, la enorme
distancia que separa un cuerpo de otro
cómo a veces se salva en un instante
cuán radicalmente
es cada ser humano un infinito.
Se llega a estar ante el otro
como ante una patria remota.
Dicho sea de paso
lo antedicho no solamente ocurre
con los poemas de amor.
2
He regresado a casa llevándote en los labios
asediado en mi gozo por tus dedos de nata
He regresado a casa con tu calma en los brazos
atropellándome algo en las lindes del pecho
Herido por la lluvia he regresado a casa
he perdido mi sangre y he ganado la tuya
He regresado a casa con acrobacia fácil
atónito del largo azar de tu caricia
He regresado a casa con tu cuerpo en los dedos
me he cortado los brazos y tu cuerpo persiste
afirmando en el tacto su trabazón de dicha
Qué dulce riesgo ser ladrón de tu cintura
He regresado a casa en este país cálcico
donde en los huesos crecen delgadas llamas negras
He regresado a casa y me he echado en la cama
con un alba asesina que me roba los párpados
He regresado a casa sin regresar ausente
y hasta el oxígeno dice la magia de tu risa
He regresado a casa desnudo por el aire
Es más frágil el pecho que el hálito que alberga
He nacido esta noche del collar de tu abrazo.
(1979)
Jorge Riechmann
Incluido en La estación vacía, publicado por http://www.catedramdelibes.com/.