DESILUSIÓN
Lóbrego el horizonte... el viento airado...
El cielo triste... el pensamiento serio...
¡Ay! está el hombre a muerte sentenciado,
El mundo es un inmenso cementerio.
¡Quita, mujer! Mi sangre siento helarse;
Me dan horror tus gracias y tus besos;
Mi carne tiembla y teme desgarrarse,
Y aterrada se prende de los huesos.
Ya pasó la embriaguez de la locura;
Cayeron ya los ídolos mundanos...
Oigo que me disputa tu hermosura
Un rival invencible: los gusanos.
No al sueno del amor nos entreguemos,
No sea que Dios terrible nos despierte.
Adiós, mujer. Tal ves amanecemos
En el tálamo triste de la muerte.
Enero 22: 1861.
Rafael Pombo