CANCIÓN DE LA MUERTE
Cuando nací caían deshojadas
Rosas de luz de la primera aurora;
La vida, con amor en las miradas
Clamó al verme: Salud, Libertadora.
Yo viajo en la saeta envenenada,
En la temida ola traicionera.
Puedo caer en forma de nevada,
Puedo rugir en forma de pantera.
Soy la querida trágica:
Mi amor es como filtro que emponzoña,
Yo soy como la mágica
Y noble margarita de Borgoña.
Si con mis buenos amadores turno,
No tildéis mis pasiones de inconstantes;
Como a sus hijos el voraz Saturno,
Devoro a mis amantes.
Extingo con mis manos temerosas
La ilusión, en las ánimas inquietas,
De núbiles mujeres candorosas
De lánguidos y jóvenes poetas.
Si por azar la vida indiferente
En medio del camino os abandona,
No temáis, os buscaré riënte:
En los labios los besos, la corona
De níveos azahares en la frente,
En complacencia ría,
El elegido que a mi amor sucumba,
Al escuchar la sorda sinfonía
De la macabra orquesta de ultratumba.
Rufino Blanco Fombona