VII
Ya todo estaba en orden. Cada sueño
en su exacto lugar. Cada quimera
en su blanco tibor de porcelana.
Puestos en fila india los minutos,
con su número al hombro los instantes,
limpias de niebla las escalinatas.
Y tu ojera en la tarde. Y las canciones
durmiendo su espiral en los gramófonos.
E inventariadas las melancolías.
Y en un remoto embalse las noltalgias.
Y cuando reposaba en equilibrio
a la sombra mental de mis basaltos,
un recuerdo moviéndose en voz baja
objetivó mis líquidas ausencias
en un precipitado de cristales.
24 de junio de 1942
Pedro García Cabrera