PRIMAVERA ROMANA
Mármol y hambre en la primavera romana.
No, no soy la señora Stone.
Mas amo el arte del desnudo, la proporción latiendo
ágil, precisa, en bronces, cuerpos,
modelos de academia al carbón y la tiza.
Mis ojos sólo ven a través de otros ojos,
de otra ceguera, miro por las hondas pupilas
de las estatuas. Andan y sonríen y pasan;
la vida es bella y trágica, de ópera,
esa campana suena, ¿es la Tosca? El aria de ese grito
festeja la frescura de las hojas que emparran
la frutal angarilla gestatoria.
Aquí, junto a la fuente verdinosa,
bajo rayada umbela de algún bar,
dejo el poso del sino dibujado en la taza.
¿Arrojar la moneda? Sé que es triste volver.
No, no soy la señora Stone.
Mas ese olor de pinos al crepúsculo...
Pablo García Baena