A LA CORTE DE LOS POETAS
Junto a esa charca muerta de la corte
en que croan las ranas a concierto,
se masca como gas de los pantanos,
ramplonería.
Los renacuajos bajo la ova bullen
esperando que el rabo se les caiga
para ascender a ranas que en la orilla
al sol se secan.
Y si oyen ruido luego bajo el agua
buscan el limo, su elemento propio,
en el que invernan disfrutando en frío
dulce modorra.
Sólo de noche, a su cantada luna,
se arriesgan por los campos aledaños,
a caza de dormidos abejorros,
papando moscas.
¡Oh qué concierto de sonoras voces
alzan al cielo cuando el celo llega!
¿están pidiendo rey o están cantando
al amor trovas?
¿O es que envidiosas de redonda vaca
se están hinchiendo de aire los pulmones?
¿es que les mueve en su cantar furioso
la sed de gloria?
Cuando pelechen nacerá sobre ellas
el sol que les caliente al fin la sangre,
alas les nacerán, y sus bocotas
darán gorjeos.
Se secará la charca y hasta el cielo
irán en busca de licor de vida,
querrán, alondras, de las altas nubes
libar el cáliz.
¡Pero no!, nuestras ranas son sesudas,
no les tienta el volar, saltan a gusto,
Jove les dió como preciada dote
común sentido.
¡Oh imbéciles cantores de la charca,
croad, papad, tomad el sol estivo,
propicia os sea la sufrida luna,
castizas ranas!
Miguel de Unamuno