LA DECLARACIÓN INVOLUNTARIA
Tus ojos me abrasan,
Y de amor cautivo,
¡Ay! anhelo en vano
Quebrantar mis grillos.
No creas empero,
Dulce dueño mío,
Que de mis amores
Hablarte imagino;
Pues me condenaron,
y yo no lo olvido,
A crudo silencio
Tus crudos desvíos.
Callaré, Filena,
Y del pecho herido
No saldrá a mi labio
Ni un leve suspiro.
Callaré la pena
Que incesante abrigo.
Mas ¿cómo callarla,
Si ya te la he dicho?
Manuel Bretón de los Herreros