NOCHE SEÑERA
La luna es un medio mamey: asoma
detrás de la perilla
de un mirador. Y el faro
con brusquedad insólita hace guiños...
La silueta de un perro,
fugitiva y elástica, en un muro
da ódicamente un salto…
Y esto asombra en la calle a un policía...
Y en la noche señera, en el silencio
de la ciudad levítica, obsesiona
y pide una pedrada
la impertinencia erótica de un gato.
Luis Carlos López