EN LA TERRAZA
Caballeros amables, señoras discretas
en las frivolidades del five o clock tea,
con sombreros que fingen enormes viñetas
y calvas con un brillo como de barniz.
Pienso, unido a estos seres que portan caretas,
pasarme varias horas sin pensar. Aquí,
a trueque de unos cuantos cientos de pesetas,
soy feliz. Me parece que soy muy feliz.
Puesto que no me importa, con almas rastreras,
recordar mis quimeras nobles, mis quimeras
que se han ido con una rapidez de tren.
Ni que tú, desgreñados los tirabuzones
de tus cabellos, busques nuevas sensaciones
con algún dependiente de Lanman y Kemp.
Luis Carlos López