SONETÓFONO
¡Muéstrame, oh noche negra, tu tesoro
de estrellas y de sombras! Para el vuelo
y ábrete ante mis ojos en el cielo,
granada inmensa de azabache y oro.
Tu silencio es un cántico sonoro
que al agitar las alas de mi anhelo,
hace que me alce del inmundo suelo
en donde gimo y me retuerzo y lloro.
Pende como alba túnica de hielo
la nube. ¡Oh noche negra yo te adoro!
Sólo tú sabes mi dolor. Conoces,
tú solamente, mi amargoso llanto,
tu sombra es luz que en mi interior destellas.
En tu oscura bocaza duerme el coro
de los ángeles tristes. En tu velo,
recógeme materna y compasiva.
Soy tuyo, y tuyos son mis vanos goces.
Escucha, oh noche, mi amoroso canto;
y ya que ves de mi dolor las huellas,
conviérteme en un eco de tus voces,
en un jirón de sombras de tu manto
o en una de tus pálidas estrellas.
Julio Flórez