MARTA
XIII
¡El gran manto de oro, el dúctil manto
onduloso y fragante de su pelo,
rodó, a manera de dorado velo,
sobre la pedrería de su llanto!
—¿Por qué hablas de morir?... ¡no es para tanto!
que, si voy a ausentarme de este suelo,
yo volveré... ¡lo juro por el cielo!—
le dije, presa de mortal quebranto.
De su boca en el cáliz encendido,
mi boca, siempre de la suya esclava,
posose, entonces, como en rojo nido.
En tanto que una lágrima rodaba
por el encaje azul de su vestido,
¡como una gota de candente lava!
Julio Flórez