LA CITA
Venturón bonancible protesta
que lo llamen mitad de la fiesta.
—Monseñor, han tocado la puerta
y lo está esperando una muerta.
—Hora danzo entre brillos y lacas
y me hastían las gentes opacas.
—Monseñor, si semeja una rosa
que murmura gentil, misteriosa.
Es tal vez una sombra preclara,
Señorón; y ¡qué cara! ¡qué cara!...
—¿Es acaso la luna sin vida?
—Una caña del viento florida.
—¿Y sus ojos son negros y hondos?
—Se diría dos mundos redondos.
No son galos, ni son zahareños,
son la noche de todos los sueños.
Con su talle de avispa provoca
la elegancia, y su boca ¡su boca!...
Cuenta lindos paisajes dormidos,
cuenta cielos del alma floridos.
Quiere hablarte con voz de salterio.
—¿Qué diría? ¿qué anhela?... ¡un misterio!
—Corazón desvelado e inerte,
hoy te cita de amores la Muerte.
José María Eguren