FUERZA DEL MUNDO
Vuelvo del infinito con mi herida
de estrellas y mis ojos aterrados,
y busco la piedad de mis ganados,
mis colmenas, mi casa abastecida.
Me aguarda la humildad y una comida
de legumbres, los frutos sazonados
de la última estación, y los collados
tranquilos y la acequia arborecida.
Y al llevar a mi boca el alimento
que yo mismo sembré, los zumos fríos
la carne de la fuerza y el sustento,
caigo a los pies de los apoyos míos,
abrazando la sal del pavimento,
la fiel ceniza, los salubres ríos.
Germán Pardo García