LA ABUNDANCIA
Trascienden las canículas en flamas
dispersas en los éxodos floridos,
y en torno a los brocales escondidos
inclínase el bochorno de las ramas.
En ondas de esplendor tiemblan escamas
de amatista en los peces sumergidos,
y el sol, con sus diamantes encendidos,
enardece el impulso de las bramas.
Desborda el agua de la sed. La tierra
de coronada espiga está desnuda.
Mas, en la claridad de los remansos,
próvida paz abísmase y encierra
las plenitudes con que el sol saluda
la abundancia del mundo en sus descansos.
Germán Pardo García