LXVIII
Detén, Jáuregui docto, el curso altivo
de tu pincel que eternidad reparte,
cuando naturaleza, cuando el arte
cede al lino espirante, al metal vivo.
Tus milagros simétricos no escribo,
porque sabrá el menor eternizarte,
ni te describo en más heroica parte
donde usurpas al sol su lauro esquivo.
Los números suspende, o los colores,
pues describe el pincel, pinta la pluma,
y cualquiera imposible nos derrama.
No estorben tus aplausos tus primores,
que acumular de asombros tanta suma
es imposible cargo de una fama.
Gabriel Bocángel