LV
Ya de puro dolor, dolor no siento,
que es ya naturaleza mi cuidado,
y a los males estoy tan enseñado
que temo más la dicha que el tormento.
Sobra el desdén y basta el pensamiento
para acabar un pecho enamorado,
que el que aguarda a morir de desdeñado
piadoso tiene el propio sentimiento.
Muere y renace amor en unos ojos
más veces que su luz el sol advierte,
ya viva en oro, en sombra ya teñida.
Mas, ¡ay amor!, disculpo tus enojos;
que, si para vivir me das la muerte,
¡pregunto para qué has de darme vida!
Gabriel Bocángel