XXVI
Cese ya de un engaño repetido
la confusión, oh Fabio, y sus horrores
no turben los divinos resplandores
de la verdad que profanó mi olvido.
Experiencias ilustran el sentido;
peligro es hoy lo que juzgué favores;
miro despiertamente mis errores
y el tiempo lloro que gasté perdido.
Sea en las fieras ondas que navego
norte seguro, pues, el desengaño,
que el escarmiento agradecido adora.
Surque el mar proceloso otro más ciego,
que no es prudente el que, en un mismo daño,
segunda vez sus desaciertos llora.
Gabriel Bocángel