IX
Lloro, Filis, mas es sin apariencia,
que sé dolerme, mas quejarme ignoro;
lloro hacia el corazón: sepa que lloro
el dolor, pero no la diligencia.
Aunque es agua no opone resistencia
al fuego que encerré como tesoro;
que no llorara yo si mi decoro
aumento no le diera sin violencia.
Sale el fuego del pecho y vuelve al pecho
cual reloj que, en hilando las arenas,
las mismas otra vez en sí recibe.
Porque faltaran al amor sospecho,
ya penas contra mí, y así apercibe
que en mí, como en reloj, vivan las penas.
Gabriel Bocángel