PLAZA EN VENECIA
Es vasta la alegría,
y fresca, y ruidosa;
pero cuando el dolor
abre sus alas,
se agita más la vida.
Cuando nacemos, alguien,
al repartir los dones,
la semilla
del estrago nos deja.
Fue poca la virtud
y efímera la gracia
que lbergué un día; tengo
confuso el corazón.
Alzo los ojos, miro
la luz que cubre el día,
la plaza en que ahora estoy.
Es el tiempo el que reina,
yo lo miro pasar
hacia el poniente, cubre
mi cuerpo con su polvo.
Sentado aquí, repito
la vida de otros muertos.
Francisco Brines